Autor: Ken Boa
- Intimidad con Cristo
Nuestra vocación suprema es crecer en nuestro conocimiento de Cristo y manifestarlo a los demás. ¿Nuestro deseo de conocer a Cristo supera todas las demás aspiraciones? Si no, todo lo que toma su lugar en el centro de nuestros afectos debe ceder a él si hemos de conocer el gozo de llevar fruto espiritual. Un secreto clave para aquellos que terminan bien es centrarse más en amar a Jesús que en evitar el pecado. Cuanto más amemos a Jesús, más aprenderemos a poner nuestra confianza en él solamente. - Fidelidad en las disciplinas espirituales
Las disciplinas espirituales como la oración, el compañerismo, el estudio, el culto y la sumisión no son fines en sí mismos, sino que un medio por el cual llegar al fin de la intimidad con Cristo y la formación espiritual. Sin un esfuerzo de nuestra parte, sin embargo, cualquiera de estas disciplinas tiende a declinar y decaer. Una infusión de intencionalidad dirigida y esfuerzo es necesaria para sostener el orden y el crecimiento y para traer repetidas veces la renovación personal. - Perspectiva bíblica sobre las circunstancias de la vida
Parte del propósito de nuestro sufrimiento y de las pruebas es llevarnos a la dependencia de Dios solamente. Dios responde revelando más de sí mismo a nosotros.
Este conocimiento aumenta nuestra fe y nuestra capacidad para confiar en su carácter y sus promesas a través de los tiempos en que no entendemos sus propósitos y sus caminos. Cuando vemos nuestras circunstancias a la luz del carácter de Dios en lugar del carácter de Dios a la luz de nuestras circunstancias, vemos que Dios nunca nos es indiferente. Él usa el sufrimiento para nuestro bien para estar más unidos a Cristo. - Un espíritu enseñable, responsable, humilde y obediente
Aquellos que terminan bien mantienen una continua postura de aprendizaje a través de las épocas de sus vidas. La humildad y la obediencia sensible son las claves para mantener un espíritu enseñable.
La humildad es la disposición en la que nos desplazamos a través de la entronización de Cristo en nuestras vidas y nos damos cuenta de que toda la vida se trata de la confianza en Dios. La obediencia es la aplicación de la fe bíblica en lo que no se ve, y lo que todavía no es. A medida que maduramos en Cristo, aprendemos a confiar en el carácter y las promesas de Dios a pesar de la ambigüedad o las pruebas. - Un sentido claro de propósito personal y llamamiento
Dios ha llamado a cada uno de nosotros a una jornada con propósito, sostenido por la fidelidad y la esperanza creciente. Este llamamiento o vocación trasciende nuestras ocupaciones y perdura más allá del final de nuestras carreras. Mientras buscamos la guía del Señor para desarrollar una visión personal y claridad de misión, nos movemos más allá del nivel de tareas y logros hasta el nivel del propósito para el cual fuimos creados. - Relaciones saludables con personas ingeniosas
Las relaciones tales como asesoría espiritual, liderazgo servidor y rendición de cuentas personal y en grupo son recursos valiosos que alientan, equipan, y exhortan. Las personas que terminan bien no lo hacen sin el apoyo cariñoso de otros miembros en crecimiento del cuerpo de Cristo. Estas relaciones nos ayudan a aumentar la intimidad con Cristo, mantener las disciplinas necesarias, clarificar nuestra perspectiva a largo plazo, mantener una actitud enseñable y desarrollar nuestro propósito y nuestro llamado. - Inversión permanente del ministerio en la vida de los demás
La vida llena del Espíritu requiere que descubramos y desarrollemos los dones espirituales que hemos recibido y los ejercitemos a través del poder del Espíritu para la edificación de otros. Los creyentes que terminan bien se caracterizan por el ministerio de extensión y sacrificio para el bien de otras personas.
Aquellos que dilapidan los recursos, dones, experiencias y conocimientos aprendidos con dureza que Dios les ha dado, ya no invirtiéndolos en las vidas de otros, pronto se marchitan y se retiran.
¿Qué se necesita para terminar bien? ¿Cómo podemos correr de tal manera que podemos decir con Pablo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe?” (2 Timoteo 4:7, Hechos 20:24, 1 Co. 9:24-27) Tomando en cuenta estas siete características le ayudará a terminar bien día a día, mientras “corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,” (Hebreos 12:1).
Preguntas para reflexión
- Responda a esta frase: “Un secreto clave para aquellos que terminan bien es centrarse más en amar a Jesús que en evitar el pecado.” ¿Cómo encaja con los siguientes versículos? Juan 14:15; 1Juan 2:1-6
- ¿Cuál de las disciplinas espirituales practica usted regularmente? ¿Le gustaría practicar otras? ¿Cómo podría empezar?
- Cuente de alguna ocasión en su vida en que un periodo de sufrimiento resultó en que se acercara más a Dios y aprendiera más de su carácter.
- ¿Por qué es necesario ser humilde para poder terminar bien? ¿Qué medidas puede tomar para seguir aprendiendo a lo largo de la vida?
- Exprese en una oración o dos el gran propósito por el que fuimos creados.
- ¿Cuáles son algunas de las relaciones saludables que le ayudan a avanzar positivamente en su vida? ¿Cómo le ayudan?
- ¿Cuáles son sus dones espirituales? ¿Los está desarrollando en algún ministerio en la iglesia? Exprese su visión para ser útil para la edificación del cuerpo de Cristo.